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Cómo preparar la piel para el verano
El verano está a la vuelta de la esquina y, con él, llegan los días más largos, las escapadas al sol y la necesidad de adaptar nuestra rutina facial y corporal. No se trata solo de lucir un buen bronceado, sino de hacerlo con una piel sana, protegida y lista para disfrutar sin consecuencias a largo plazo.
Si alguna vez te has preguntado cómo preparar la piel para el verano, aquí tienes una guía clara, fácil de seguir y pensada para que tu piel luzca su mejor versión durante toda la temporada.
¿Por qué es importante preparar la piel antes del verano?
Durante los meses de más calor, nuestra piel se enfrenta a múltiples factores que la ponen a prueba: mayor exposición solar, sudoración, cloro, sal, cambios en la dieta y productos cosméticos más densos o específicos. Todo esto puede alterar su equilibrio, por lo que preparar la piel con antelación es clave para mantenerla fuerte, luminosa y protegida.
Limpieza profunda de la piel para empezar con buen pie
Antes de hablar de protección solar, hidratación o exfoliación, hay un paso que no puedes saltarte: la limpieza profunda. Eliminar impurezas acumuladas, restos de maquillaje y células muertas es esencial para que la piel respire y absorba bien los tratamientos posteriores. Lo ideal es optar por un limpiador suave que respete el pH de tu piel, evitar productos demasiado agresivos y, si usas maquillaje o protector solar a diario, considerar una doble limpieza nocturna. Es el punto de partida de una piel saludable.
Exfoliar la piel sin dañar la barrera cutánea
La exfoliación es uno de los pasos más olvidados, pero también uno de los más efectivos cuando se trata de renovar la piel y conseguir un bronceado más uniforme.
Eso sí, no se trata de “rascar” hasta quedar rojos, sino de hacerlo con criterio:
- Una o dos veces por semana, según tu tipo de piel
- Opta por exfoliantes químicos suaves (como nuestro exfoliante corporal) o físicos con gránulo fino
- No exfolies el mismo día que vayas a exponerte al sol
Una piel sin células muertas absorbe mejor la hidratación, se broncea de forma más homogénea y evita el típico tono parcheado.
Hidratación de la piel tu aliada invisible
El calor, el sol, el viento y el agua salada resecan la piel, y si no la mantienes bien hidratada, puede aparecer tirantez, descamación o sensación de incomodidad. Además, una piel deshidratada se broncea peor y pierde antes su color.
Así que, desde ya:
- Apuesta por cremas o geles hidratantes con ingredientes como ácido hialurónico, aloe vera, glicerina o ceramidas
- No olvides el cuerpo: zonas como codos, rodillas o pies también merecen atención
- Bebe suficiente agua al día para hidratar desde dentro
Protección solar incluso antes de ir a la playa
Uno de los errores más comunes es pensar que el fotoprotector solo se aplica cuando pisamos la arena. La realidad es que deberías empezar a usarlo cada día, incluso en ciudad, semanas antes del verano.
Esto ayuda a que la piel se acostumbre a la exposición solar y esté menos sensible cuando llegue el momento de tomar el sol más intensamente.
Busca un protector con SPF 30 o 50 como mínimo, que ofrezca protección frente a rayos UVA y UVB. Es más, en nuestra sección de gama solar, podrás encontrar toda la variedad de protectores solares que tenemos disponibles para ti. Asimismo, elige una textura que se adapte a tu tipo de piel y recuerda reaplicarlo cada dos horas si estás al aire libre.
¿Y qué hay del bronceado?
Todos queremos ese tono dorado que da aspecto saludable, pero la clave está en conseguirlo sin dañar la piel. Para ello, es fundamental exfoliar la piel antes de tomar el sol, hidratarla bien todos los días y evitar la exposición durante las horas centrales del día. También puedes apoyarte en alimentos ricos en betacarotenos, como zanahorias, calabaza o mango, que favorecen un bronceado más bonito y duradero. Y si quieres intensificar el tono de forma segura, los autobronceadores progresivos son una excelente alternativa sin necesidad de castigar la piel bajo el sol.
Preparar la piel para el verano no es complicado, pero sí requiere constancia y mimo. Una piel limpia, exfoliada, hidratada y protegida está mucho más preparada para disfrutar del sol, evitar manchas, quemaduras o descamaciones, y lucir un bronceado bonito y saludable.
El secreto está en anticiparse, conocer lo que tu piel necesita y darle lo mejor cada día. Porque el verdadero cuidado de la piel en verano no empieza en la playa, sino semanas antes, frente al espejo.